Ya escucho el viento moviendo en cámara lenta las frondosas y pesadas ramas de añosos pinos y araucarias
Ya puedo sentir los pelitos de mi piel endurecerse y erguirse obedientes ante el frío de mañanas silenciosas y repletas de nieve, acompañado de un crepitante fuego en el hogar, tostadas con manteca ahumada y un abundante café con leche
Ya veo las escurridizas y voluptuosas nubes acariciando fugazmente las laderas de gigantescas montañas, que parecen esconderse de mi, como avergonzadas por mi penetrante mirada
Ya puedo sentir el calor y el cobijo de tu cruda y perfecta armonía sobre mi cansado corazón, mi inquieto espíritu y mi voluminoso cuerpo
Ya me dejo, abro mis oídos y escucho al fin tu llamado, ese que desoí durante tanto tiempo. Nuestra pospuesta unión será poderosa, llena de maravillas y cosas buenas
Allá voy, amada naturaleza, me entrego a vos, a tu calma, a tu eterna paciencia, a tus enseñanzas, a tu desinteresada dulzura. Se que me recibís y amas como soy, con mis oscuridades y mis miedos, con todo yo. Y yo te recibo con toda vos.
Tenemos tanto que darnos
No hay comentarios:
Publicar un comentario